sábado, 16 de abril de 2011

Paleontologia i religió

He volgut rescatar una notícia apareguda en el diari El Público fa alguns anys (enllaç), sobre un tema prou interessant i molt debatut com és la paleontologia i la religió.


"No se puede mezclar ciencia y religión"

El catedrático de paleontología José Luis Sanz defiende la divulgación científica y aboga por diferenciar la ciencia de la religión

Jose Luis Sanz, durante su conferencia en El Escorial

Jose Luis Sanz, durante su conferencia en El Escorial  

Es posible estar hablando durante más de dos horas de fósiles, esponjas y organismos unicelulares sin que el aula se quede vacía? Lo es cuando el conferenciante se llama Jose Luis Sanz. Este catedrático de paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid ha demostrado su talento como divulgador en más de media docena de libros, la mayoría de los cuales dedicados a uno de sus temas favoritos, los dinosaurios. El pasado viernes volvió a demostrar su talento para hacer atractiva la ciencia en su intervención en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, en El Escorial (Madrid).
Su conferencia se titula ‘Fósiles, Cultura e Historia de la Vida’. ¿Cree que la gente percibe la importancia de los fósiles dentro de la cultura en general?
No, yo no estoy tan seguro. Por eso tengo tendencia a insistir un poco en el asunto. La paleontología es una ciencia básica, pero sí ha hecho aportaciones al perfil intelectual del hombre moderno que significan cambios muy notables, sobre todo en lo que se refiere a cómo nos vemos dentro de la naturaleza, e incluso a cómo nos vemos dentro de nosotros mismos. Básicamente la función social de la paleontología es satisfacer la curiosidad del hombre hacia la vida en el pasado. Y puedes remontarte a los tiempos que quieras, a un ciudadano romano que en sus viñedos se encuentra una almeja fósil y piensa en qué demonios puede ser… La paleontología despeja esas incertidumbres y da una explicación científica y racional.

¿No es también uno de los mejores ejemplos históricos de la lucha del conocimiento científico contra el fanatismo?
Es cierto; la paleontología permite superar conceptos no científicos, procedentes de la mitología o de la interpretación de la cosmología de cualquier religión al uso. En este sentido hay un caso muy conocido, que es el del obispo anglicano James Usher, que en el siglo XVII dijo que la Tierra había sido creada hace unos 6.000 años, basándose únicamente en las Sagradas Escrituras. Las Sagradas Escrituras, obviamente, son un libro religioso. Yo, por supuesto, respeto las creencias de cualquiera, pero una cosa es la ciencia y otra cosa es la religión, y no se pueden mezclar, por lo menos en lo que se refiere a la interpretación de fenómenos naturales. Otra cosa distinta es que uno crea en la intervención de un ser ultranatural en toda la concepción histórica del mundo. No obstante, ese ser ultranatural no es demostrable desde el punto de vista científico; así que por lo tanto, tenemos que mantenerlo al margen.

Sin embargo, ideas como las del obispo Usher siguen vigentes hoy día, y además, cada vez con más fuerza.
Sí, de hecho, hay una corriente que en realidad nació en el siglo XIX, que es ésta del diseño inteligente. Insisto: una cosa son las creencias religiosas y otra cosa es el conocimiento científico basado en evidencias con hipótesis contrastables.

¿Cómo ha visto evolucionar la paleontología en España?
Pues muy positivamente. Es una percepción personal, pero yo creo que basada en evidencias muy contundentes: la presencia de nuestros paleontólogos en las revistas internacionales de investigación, la aparición de cosas tan importantes como Atapuerca… Y si uno va analizando cualquier aspecto de la paleontología en España, en cada especialidad te puedes encontrar con una figura reconocida internacionalmente y que ha hecho aportaciones en los últimos años que han sido de gran interés.

Entre otras cosas, ha servido para que nos enteremos de que aquí también había dinosaurios…
Bueno, en general la paleontología de vertebrados en este país siempre ha tendido a estudiar los mamíferos. Y es verdad que existe un registro excelente de dinosaurios que parece que nadie había tenido en cuenta. El primero que se dio cuenta, de todos modos, fue el paleontólogo castellonense José Royo Gómez, que en los años anteriores a la Guerra Civil hizo algunos intentos y publicaciones de dinosaurios, pero que prácticamente no trascendieron. Royo Gómez tuvo que salir por pies después del final de la Guerra Civil, y al final aquello se quedó en nada. Si Royo Gómez hubiera seguido trabajando, los españoles nos habríamos enterado mucho antes de que había dinosaurios aquí. Pero además no hay que olvidar que las primeras citas de hallazgos de dinosaurios en España son de finales del siglo XIX; y el primer dinosaurio nombrado es de 1984, si no recuerdo mal.

En su ponencia no ha tenido reparos en meter un vídeo de ‘Los Simpson’ o una foto de Bob Esponja. ¿El humor es útil para divulgar la ciencia?
Más que el humor, yo diría la cultura popular. Su generación es un proceso muy complejo, en el cual hay una información que generan los científicos, y una transformación por los medios de comunicación, no solamente los supuestamente objetivos, como los periodísticos, sino los que modifican la realidad, como los artísticos, los creativos... Deconstruir cómo se instala la información científica en la cultura popular es uno de los procedimientos más eficaces para divulgar lo que los científicos creemos que realmente se debe divulgar. Y desde luego, lo que no hay que hacer es llevarse las manos a la cabeza; eso me parece una postura absolutamente errónea si quieres hacer una buena divulgación.

En sus libros se ha referido a las representaciones que el cine o los cómics han hecho de los dinosaurios. Y defiende que en ese caso tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza.
Claro, a los dinosaurios los puedes considerar en dos vertientes: una, la científica, que es nuestro conocimiento objetivo de ellos. Y la otra es su utilización como patrimonio cultural, pero en términos creativos. Y estos términos implican que a mí me parece muy bien que el señor Spielberg, o algún dibujante de cómics, utilicen los dinosaurios como les parezca. La cuestión es no mezclar las dos cosas. Con las dos líneas bien delimitadas, yo puedo disfrutar tanto de un estudio científico de los huesos de un dinosaurio como de una película de Spielberg; no hay ningún problema.

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